Hoy pensé en ti,
estabas ante un cuadro,
como indecisa.
Soplé en tu oído
y vi como tomabas
unos pinceles.
Luego, en el lienzo,
surgieron los colores
que tú plasmabas.
Tú no me viste,
estabas concentrada,
con la pintura.
Después de un rato,
te fuiste a la ventana
a descansar.
Miraste lejos,
buscabas un motivo
de inspiración.
Y susurré
un verso en tus oídos.
Te estremeciste.
Luego volviste
al lienzo de tus sueños
a continuar.
Y dieron vida
tus besos y latidos
en el retrato.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/01/20