La tristeza de los días
Los recuerdos del pasado añorado
viven en los ojos del tiempo soñado
y arden en las llamas de la fogata
que el destino azuza y nos arrebata.
Arden los recuerdos fogosos
como yesca, como la hierba seca,
chisporroteando el fuego ardoroso
que ninguna borrasca podrá apagar.
La hoguera es la morada
donde duermen las cenizas
que el corazón acunó,
y donde el recuerdo se guardó.
Las añoranzas y los sentimientos
son la paja seca que arde
en los fuegos lentos de la tarde,
son las cenizas que arrojan los vientos.
Al invadir los ojos el humo de la llama
hacen que la visión sea más lejana.
La imagen indolente se evapora
se desvanece y se disipa.
Como cuando llega el invierno
Y la neblina es más densa.
Los recuerdos se quedan congelados
Frente a los ojos de la tormenta.
Es la tristeza de los días
que viajan haciendo batir sus alas
despertando a los dormidos
y somnolientos recuerdos.
Que reaparecen arrastrando
los impulsivos resentimientos del sufrimiento
regurgitando las indolentes lagrimas
cuando estas son más amargas.
El sufrimiento resistirá y se morderá
el alma y de sus hieles beberá,
apretará los puños y golpeará
contra la invisible muralla.
Autor: Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú
D. R.