Tan solo mercaderes
De este rubro
Eligen hacer
De las expresiones literarias
Otro curro, caudal de lucro.
Siendo este intangible
E invaluable,
Con dinero, con lo material
Así el arte no se debe
Remunerar.
Y sus lámparas tambalean
Haciéndoles perder
De a poco el foco,
De priorizar llenar
Butacas y bolsillos
Extraviando el genuino brillo
Que los llevó a ese puesto.
Tan monetizados
Acaban vacuos y hambrientos,
Pues la sed de fama
Es la infamia de la inspiración
Al descubierto.
Nunca
Ningún artístico pionero
Tuvo que primero
Observar escuchar o leer
Como acto previo a componer.
Porque si tenes
Que fichar afuera
Para inspirarte o influenciarte,
Antes de una obra elaborar;
No estas creando, estás copiando,
De arte ajeno te estas empapando.
Y esa es la lapidación
De toda creatividad y originalidad.
Es un clásico nombrar el plagio
Y que se ofendan miles de artistas
Mas no ven la obvia pista;
La ofensa es con ellos mismos
Porque su arte no lleva
Su propio sello impreso.
Y se escurren, recurren
Al robo de las obras
Por la planeidad de sus neuronas
Siendo este, por supuesto
El recurso mas bajo del intelecto
Y a su vez,
El homenaje mas notorio
Del envidioso obsecante.
Me niego a creer
Que las nuevas creaciones
Solo nacen de influencias,
No son hitos los orígenes.
Me rehúso a moldear
La plastilina establecida
No es una cualidad mía.
Prefiero excavar,
Ahondar en lo no descubierto
Y hallar así un nuevo elemento,
La sustancia prístina que invento.
JULIETA IALLORENZI
PATENTADO EN SADAIC Y DNDA
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS