Alejandro Tapia

La enfermedad de Caín.

La enfermedad de Caín.

 

El vacío es lo que queda es lo que hay, si lo supieran todos

 Naceríamos ya locos y con la cara llena de rabia y de sed.

Ven echa un vistazo antes de saltar.

 

Perversos nos creemos todos en un mundo donde danzan las hienas.

Pero hay quienes viven aún más hondo…

Los que alegres se muerden y arrancan las venas y su ombligo.

Los locos no son los enfermos de excesos o de melancolía.

 

Cuando el hoyo negro desenfrenado, en espiral se expande desde adentro…

Obscuridad y rabia

Negro pintado sobe rojo…

Locos son los rotos por la ira.

 

Sangre, llanto, vísceras y risas…infancias tormentosas, abusadas…

Dolor no comprensible, intolerable…ése nunca se acaba, nunca descansas.

Sexos destrozados y cáscaras de piel…runas erráticas se caen de la esquina…

Luna carmín chorrea roja tinta

Negros los ojos cerrados que pinta.

 

¡Abel tenía que ser vengado!

¡Setenta veces siete se ha vengado!

Y le sobran ahora otras

Setecientas

Setenta y siete

Veces

Y si no es de Caín ¿de quién será ahora el crimen que estamos pagando?

 

La mirada pesada es la saturada de muerte

La sonrisa que sólo en la vorágine se sacia.

 

Pobres de los             que escuchan chillonas voces asesinas…

Unos ojos ya sin párpados les desgarran el corazón desde adentro…

Siempre tienen frío, siempre tiemblan…

Sólo ellos no cuentan, sólo ellos están de verdad solos y tristes.

 

Estoy seguro que es a ellos a quién Dios ama en serio…

No son bellos, son su error…desperdicio de carne y de tiempo.

Comandos subliminales desde lo más podrido que podemos ser.

 

¡Quema su carne!

 

Mata a tu padre                             Viola y desmiembra a tus hermanas

Cómete a tu amante                       Sácale los ojos a tus hermanos

Destripa a tu madre                        ¡Salva tu vida!  ¡Sacia tu hambre!

 

¿Qué maldición? ¿Qué defecto, les obliga a estar manchados de muerte?

 ¿A no amar y a no temer?

Pobres, pobres almas solas…hasta ellos se abandonan.

 

Siento que nos burlamos todos con la gastada y poco dramática analogía.

Pues se dice que se “fractura” la cabeza…

Yo digo que la parten…

Pues me han dicho…

Que ellos estaban bien hace tan sólo un instante…

Que sabe amarillo…

Y que se escucha más bien cómo un golpe seco y después… un rasguido.

Y he visto que después de eso…ya nadie es.

¿O será que sólo ellos son?

 

Sé que cruzaron la línea, se salieron…

¿O será que entraron?