¿Bajo la piel votiva de tu sueño
hormiguea un silencio de deshora?
sentado en el diván de mis insomnios
mi corazón desvela sus incógnitas
consumiendo la cera de las horas.
La distancia es un pulso inevitable
que alcanza brevedad y no te toca
pero se deja oír -y no sentirse-
como un rumor de roce que nos ronda
el sueño, la vigilia y aun la ropa.
El faro azul del sueño te ilumina
y extiende las dobleces de las formas
como un viento invisible que te busca
los vitales signos, la memoria
y el atisbo más leve de tu boca.
Inmóvil cruzo el pensamiento turbio
como otro viento en derredor de toda
la superficie blanca de tu cuerpo;
pareces muerta, como yo ¿reposas?
¿ni siquiera mi sangre te incomoda?