Tu raído traje cruza los suburbios
con gentes viejas y baladas soeces
sonando por los puertos del alba.
Recuerda cuanto has escrito,
la daga de tu suerte negra,
verdad silente y tan indescifrable.
Poesías manchadas por el vino,
tu propia vida y sus huellas de locura
que en ti las mareas del alcohol arrastraran.
La lluvia y el otoño de Baltimore
extienden su lobuno estruendo
sobre esta calle de tabernas sucias
brillando en la distancia.
Hay tantas cosas que has perdido...
Mas ahora está esperándote Átropos,
atrapa tu semblante de hojas secas,
quietud tirana y brusca.
Imagen del cansancio riguroso,
los ojos tan nublados
como un místico de no se sabe dónde.
Es otro tiempo tu parte del mundo
que emerge de la falsa realidad,
paisaje donde el sueño
propaga y da forma
en nuestro espíritu a lo inconsciente.
Los campos de jinetes remotos,
criaturas que la muerte llama
habitan tus oscuras narraciones.
Igual que estrellas con mísera luz,
tu reino de esqueletos y embriaguez
no puede darte más que pura nada.
Cubrir las distancias del corazón
frente al espejo de la bahía desierta,
angustia encendida en tus palabras,
mirando brumas y quimeras
hacia un fatal destino.