Cuando las gotas de lluvia
en mi rostro tropiezan
mis ojos miran al mar
y rompen a llorar.
Mis lágrimas sin edad,
mis ojos, los de verdad,
todo lo miro con ellos
y no paran de lamentar,
hacia donde mirarán.
Siempre me gustó el mar.
Mis lágrimas - las de verdad-
los puños cerrados, sin más.
Los ojos de cristal,
el rostro de metal.
Una triste melancolía,
por verte una vez más.
Más allá del mar y su voracidad, lágrimas renacerán.
Y al hueco de mis manos irán a parar.