Tu querer, mi querer,
unidos
se enlazan caldeados,
sintiendo
el corazón brincando,
oyéndose
suspiros jadeados,
mordiéndose
la vehemencia de los labios,
mezclándose
el jadeado gemir calentado,
entrecortado.
Ebrios de amor
-noche caliente-,
entrelazados
se alzan los sexos,
se hinchan las venas,
alzando el grito
-Paraíso encontrado-
del éxtasis orgásmico
en el sedoso tálamo.
(Salvador)