Cinco de la mañana y la villa a oscuras, es la mejor manera de no ver la miseria que día a día castiga los ojos de Laura, habitante como muchos de ese conglomerado de chapas y cartones, que contraviniendo las más elementales reglas de urbanismo…SON VIVIENDAS QUE COBIJAN A ESOS DESHECHOS HUMANOS CONDENADOS ¡POR SER POBRES!.
Y allí frente a un desvencijado fuentón con agua está nuestro personaje, lavándose para ir a trabajar y sabiendo que esto es un preámbulo, de lo que será el viaje hasta el lugar donde se desempeña como doméstica.
Para ella su vida es una triste novela sin visos de terminar, pues ahora continúa con la odisea de lograr subir al tren que la conducirá hasta el centro de la ciudad, después de estar apretujada y sin poder moverse en ese vaho de olores varios y de paso toqueteada por los impunes “franeleros” de ocasión, llega por fin a la terminal.
De allí otro bus para llegar al coqueto piso de su empleadora, ya en el umbral comienza otra operación que debe hacer cada vez que llega allí, dejar la miseria que como furgón de cola arrastra desde su lugar y convertirse acorde con el lugar en que está ( no es fácil esta metamorfosis).
Triste destino para alguien que hizo causa común con las privaciones y ese hambre atrasado que no tiene fecha de vencimiento y tener que insertarse en ese mundo de despilfarro y dietas de adelgazamiento ¿Qué ironía no?.
Pero como si eso fuera poco en Laura convergían dos sentimientos encontrados, el primero era saber donde estaba parada y lo que veía no le gustaba nada, el segundo era luchar a brazo partido para salir de esa situación, pero sin vender su honra a ningún puntero político, ni prostituirse y tirar al basurero sus principios (que los tiene como cualquier hijo de vecino).
A pesar que uno puede vivir en un lugar miserable y mugriento, no deja de ser algo muy fuerte tener que limpiar los desechos de otros y ni que hablar cuando debe higienizar el inodoro ajeno, entonces en ese momento nos damos cuenta lo importante que pasan a ser todas las Lauras ( pero de eso no se habla, como de otras muchas cosas).
A mi también como a Laura me gustaría que a los niños desde su más temprana edad, se les enseñe que el ser humano no es inmortal, por consiguiente la soberbia y el desprecio por el semejante no tienen razón de ser.
¿Cual es el mérito que esgrimen los poderosos, los que tienen decisión de poder y los que se consideran superiores porque en la escala social están en lugares de privilegio?. ¿Acaso esas medallas se las entregó el mismísimo DIOS?
Ya que a esos imberbes no los puedo bajar de sus pedestales, les pido un gran favor, en nombre de todos los desposeídos y en el mío propio, les imploro que no manchen nuestra trayectoria de seres humildes pero decentes sin tachas.
Es cierto que en las villas hay seres despreciables, ladrones traficantes de drogas y otras minucias, pero no olvidemos que la mayoría son decentes sin grupo ¿y en la otra vereda, que tal?, teniendo tanto dinero y poder no se conforman y roban y depredan la buena fe de sus semejantes , a más y mejor.
Pero señores poderosos, vuestra batalla está perdida, los humildes tienen el arma más poderosa para no dejarse vencer por ustedes, SANOS PRINCIPIOS…Y UNA TABLA DE VALORES… ¡A PRUEBA DE CUALQUIER CONTINGENCIA! .
Boris Gold
(simplemente…un poeta)