Y eran tantos los escollos y tantas las pendientes
Que un día mi pupila extravió su mirada al firmamento
Presa del cansancio y casi adormecida
Decidido mirar al suelo, buscando hablar con Dios, al que ocultaron las alturas
Fue en una mañana oscura, en que el polvo del camino
Le hizo advertir su figura, entre rocas y entre brumas
Buscando contemplar su rostro, mi pupila se dilató hasta no ver nada
Y paso de la tenue luz del día, a la oscura sensación de ser abandonada
No había luz alguna, menos aún era una figura
No estaba en el camino, no era el polvo en su mirada
Acaso mi pupila confundió el mirar con el sentir del alma
O fue acaso que la altura confundió la tierra y mis pisadas
Donde estas ahora Dios, que no diviso nada
Si no te encontré en las alturas, tampoco en mis pisadas
Porque la luz no emerge hasta dejar contemplar tu figura
Si la mañana continua oscura y siguen aquí las pendientes sin bajadas
Dile entonces a mi pupila que continúa extraviada
O hazle ver otro camino, u otra senda a su mirada
O tan solo ten piedad y hazle saber de buena ves, que aquí no hay nada