José Luis Barrientos León

Un Dios en la mirada

 



Y eran tantos los escollos y tantas las pendientes

Que un día mi pupila extravió su mirada al firmamento

Presa del cansancio y casi adormecida

Decidido mirar al suelo, buscando hablar con Dios, al que ocultaron las alturas

 

Fue en una mañana oscura, en que el polvo del camino

Le hizo advertir su figura, entre rocas y entre brumas

Buscando contemplar su rostro, mi pupila se dilató hasta no ver nada

 Y paso de la tenue luz del día, a la oscura sensación de ser abandonada

 

No había luz alguna, menos aún era una figura

No estaba en el camino, no era el polvo en su mirada

Acaso mi pupila confundió el mirar con el sentir del alma

O fue acaso que la altura confundió la tierra y mis pisadas

 

Donde estas ahora Dios, que no diviso nada

Si no te encontré en las alturas, tampoco en mis pisadas

Porque la luz no emerge hasta dejar contemplar tu figura

Si la mañana continua oscura y siguen aquí las pendientes sin bajadas

Dile entonces a mi pupila que continúa extraviada

O hazle ver otro  camino, u otra senda a su mirada

O tan solo ten piedad y hazle saber de buena ves, que aquí no hay nada