En la tarde la negra va llegando a la playa,
Como siempre, con ella van su par de negritos,
con recomendaciones los deja sentaditos
bajo la fronda verde de una danzante palma.
Ella lleva su vara ya bien aparejada
con nailon y carrete y anzuelos no poquitos,
también porta en su bolsa, carnada y mas equipo
y del hombro pendiente una vieja atarraya.
Con la carnada puesta lanza su anzuelo al mar
cinco, diez, quince veces…y ningún pez se pega
en su rancho tan solo hay sal y algo de agua.
Arroja su atarraya hasta mucho sudar,
cada pez esta henchido, solo nadar anhelan;
y lo que a ella le sobra, lo tienen: mar, sal y agua.