Llora por ella en un gran estallido
de su corazón e interior que explota
muy frío, herido y abatido
donde el dolor no se oculta y brota,
como torrente ahogador y de sangre
que le quita su luz, y la agobia
reviviendo y arrastrando dolorosas memorias
como si nunca bastare, todas sus tristes historias,
que carga por años en sus hombros
y que día a día en su vida se copian
bajo un tormento de silencio brioso
hincando sus colmillos, como venenosas cobras,
convirtiendo la alegría en volátiles polvos
perdiendo el sentido todas sus coplas
las que desaparecen en gigantes chorros
y a la pena y desidia colman.
Hace una oración por ella, en sus tristes horas
antes que le llegue un día gris, con un claro fin
donde los olvidos obran, donde no se puede cubrir
de los tristes recuerdos, de las dañinas horas.
Yamila.