El gran Plácido Domingo,
un tenor extraordinario,
reinaba en el escenario
como un dios en el Olimpo.
Fuera de él, ya más humano,
el buen Plácido Domingo
se convertía en un pingo,
acosador, casquivano.
y a alguna que otra soprano,
también hubo bailarinas,
allende las bambalinas,
se afanaba en meter mano.
Tras la primera denuncia
de acoso sexual y abuso
hubo más, lo que supuso
finalmemte la renuncia
a seguir con su carrera
de acosador y cantante,
tras pedir perdón, no obstante,
a las damas que ofendiera,
por la conducta machista,
por el abuso constante
de posición dominante
que practicaba el artista.
Perdió el mundo un gran tenor.
El gran Plácido Domingo
ya no reina en el Olimpo:
pasó a ser un dios menor.
© Xabier Abando, 28/02/2020