Fue la boda más sonada
que se diera en la región;
pues brillaba la ilusión
de la niña enamorada.
Pero con cara apenada
le dijo en la habitación:
Hoy te hago la confesión
que de virgen ya no hay nada.
Se que pedirte no puedo
me perdones lo injurioso
del secreto que escondí.
El contesto: importa un bledo
pues jamás fui religioso,
y a rezar nunca aprendí.
Autor: Aníbal Rodríguez.