Eduh Siqueiros

El mundo donde avanzo

Eminente es la tentación con hálito de divinidad,
etérea es la presencia que se materializa en mis ojos;
ajena, tan prohibida a lo mísero de mi condición,
negada a mi corazón que ha quedado burdo y sórdido,
que se ha anegado en un mar de humores
justificando así en mí la categoría de vileza.

Es tosco el ímpetu que emana de mi ser,
tan recalcitrante en la conmoción del destino;
tú no eres mía, pero arribaste en mi vía,
y por eso mis afanes están repletos de torpeza.

Princesa celestial, activaste mis arrojos
para desearte, para adorarte y hoy mi corazón,
suplica poder ser en tu alma un habitante.

Ángel mío, sublimemente abriste en mi alma sus trinquetes
y te busco, pero no eres mía y mi propósito
es amarte, aún en la penumbra del hado.

Inmensas son las llamas de mi ser y me incinero
esperando saciar mi impulso que no cesa,
hasta la eternidad será y mientras en lo febril avanzo.

Y tú, alma desleal, que desperdigas ingentemente afecto,
pero no en tu alcoba, donde mora tu reina;
alma de perjuro, garbo y liado, de hidalgo y señor,
que despilfarras delectaciones, como si nada
y fielmente tu amada en su lecho sola y sin atenciones.

Tu dama solloza próvidamente mendigándote lo que debes,
lisonjas y embelesos que tanto prometiste,
mas satisfacciones que son ajenas más engulles
y el trato de cariño con tu señora disipaste.

Apagas ahora paulatinamente la llama que arde
de la hoguera que fue encendida en ambos corazones
propiciando la angustia y no el regodeo de la pasión;
palabras que enmudecieron, besos que se secaron, presencia tácitamente en lejanía…
perfumes de melancolías en días que son punzantes
desde su aposento tras tus infidelidades
que sin cesar la laceran,
invitado que incomprensible te volviste, por desventura
de los dos que un día unidos permanecían
amándose con intensidad y que promesas se expresaban
en primavera, pero con el paso de mayo y junio
los contextos fueron cambiando, porque eran
uno para él otro cuando recién tanto se completaban
y hoy son incompatibles sin efusión en fase de luna llena.

En un sueño profundamente mi alma reposa,
en el alba las primeras luces son sombrías y lánguidas,
torrentes que son gélidos fluyen bañando mi vientre,
mas carestía de acicates atizan mis incendios.

En el arribo del astro rey y en su despedida
miles de humores en mis mejillas se enmarañan,
lo mismo que el ardor de mis anhelos y mis afanes,
en lontananza sólo sus huellas vagamente se perciben
a causa de tu olvido y tu ausencia, me quedo en la ignominia.

Has dejado a mi alma trágicamente vacía con tu partida,
sin esperanzas de que vuelvas a habitarla,
todo voy perdiendo al pretender ser lo que soy,
y aquel amor que siempre buscaba, se escondió,
ese amor que tanto esperaba me ha desesperado,
tan insignificante resultó el mundo donde avanzo,
con mi vehemencia que transita en su fidelidad,
mas crueles e impiadosas siento las aflicciones
que a mis alas le imposibilitan realizar el vuelo
para emprender la travesía hacia el firmamento en su beldad,
donde las palpitaciones de mi corazón ya aguardan
para revivificarme, para otorgarme el bálsamo,
la alegría, la emoción, la locura, la ventura y la ternura
que apagarán las llamas que me propician el dolor.

Tétricamente mi corazón decidió distanciarse de mi ser,
para evitarme el encanto de amar y de percibir,
para evitarme la grandeza en la dádiva de ser pleno.

La sonoridad de la vida, de timbres que son diversos,
tonos que desfilan por los senderos en altibajos,
y que interpretan las obras con intensidades
que son también diversas según los momentos…
los timbres son intensos ó son suaves
pero siempre son veraces
bajo el clímax de lo placentero o en adversidades.

La proliferación es incontrolable que en mi alma,
al expresar sentimientos, emerge la avidez
para asimilar misterios de la vida y verdades…
son solamente excusas para hallar paz
y hacer asequibles esas fruiciones que profusas
irrumpen en las almas de seres,
de amantes de la vida, del amor, de la pasión…
sin perfidias, tal como lo eres tú, con tu refulgencia,
con tus dones y talentos que en mi alma dejan su irradiación
y tornan a mis afanes desde luego perennes…
de verdad que no hay como esto, nada más bello.

Como un niño sumido en el regocijo,
así me lleno de dicha, bello ser,
porque amar es el acto más sublime
de los seres con alma, mente y corazón,
y desde siempre mi mente presagió
que mi alma alcanzaría la satisfacción
y mi corazón estaría a punto de enloquecer
al sumirme en esta complacencia que exime
mis penas a cambio de la plenitud y el éxtasis.