Sueña la mediocridad...
Con la excelencia,
Y para demostrar
Sus bajas intenciones...
Tiende inmisericorde
Al desdén, a la infamia
Y al insulto...
La bondad...
Tan sólo se recrea,
En un cumplido aleve...
Alegría casi efímera,
Capaz de enajenar
La propia existencia...
De tanto sinsabor.
Un día moriré
Tranquilo...
Y sé que mi nombre,
Provocará...
El soberano sonrojo,
De todos aquellos
Que hicieron...
Del desprecio,
Su trágica...
E impúdica divisa.