Debajo de la luna de espuma,
mis labios borbotean
aprisionados por tus compuertas de nácar.
Un incendio risueño
que duerme en esta habitación,
ni tuya ni mía,
despierta cenizas.
Detrás de vos, mi corazón espera
y solo te ofrezco lo tangible.
Mi piel impregnada con un perfume desconocido
que a veces nombro,
está deshaciéndose sobre una alianza
que se cubre los ojos.
Debajo del sol moralista,
te guardo para después.