Quisiera recorrer la melodía de su cuerpo
en la armonía de una noche hasta el final,
e intentado rescatar muy despacio
del lugar donde no existen sombras,
al poeta que respiro y refugiarme
acurrucado en la palabra que la nombra
a la distancia hasta el cansancio sin parar.
Si estruendoso me resulta el olvido,
melancólico me siento al recordar
su mirada, su sonrisa y el engaño,
que me envuelven en un sueño sin final.