El tiempo transcurre,
oh! canto mañanero !
que en medio de la helada brisa,
despeina mi cabello y martiriza sin piedad mis sentidos,
oh Dios, soy tan débil y
tan fuerte, soy el grito callado
que en mi angustiado corazón
se estremece sin clemencia,
entre mi soledad y mi locura.
Oh Dios!
Mis sombras viajan
hasta la sagrada montaña.
Los días vuelan,
sonríen a mi alma
y se marchan...
y yo, yo callo;
mi voz, ahoga la palabra inédita
que junto a la brisa mañanera
busca refugio en el viento,
en el tiempo fugaz,
que transita con apresurado paso...
el solemne traje con
el se viste el mañana.