Llegó.
Ese instante que nunca quise que llegara.
El día fatídico en que, sabes, que las cosas no volveran a ser como antes, como te gustaria que fueran.
Y te embarras la cara de negación y pesadumbre.
Pero en el fondo sabes que ya no hay un sitio dónde esconderse.
Seguir permaneciendo alli significaria aferrarse a la negación del cambio, aferrarse al dolor conocido.
Pero... ¿A dónde huir?
El alma se vuelve pesada al cargar con tanta añoranza, personas que no volveran, lugares ahora tan desérticos en el interior...
Ya no sopla el viento. Se han ido las nubes.
El día alumbra con un sol tan intenso que calienta hasta las entrañas
Pero... ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué mi interior sigue tan frio y oscuro? ¿Por qué me siendo encerrada aunque huya?
Silencio... Un llanto que no grita, un júbilo que no aparece, recuerdos de algo... Que no vuelve.