Carlos García Oliver

TAN ECÚMENE Y TAN EFÍMERA

Eras poesía vieja
dentro de mi carne,
como cual latido
del galope de caballo.
Eras
       torcida,
                taciturna
                          y serena.
Eras
          religión
                  de mis latidos,


tan ecúmene para muchos
y tan efímera para pocos.
Eras palabra en mis labios,
la caricia fugaz que vuela,
el abril de muchos,
inviernos para pocos.
Eres latido de mi corazón,
alimento para el cuerpo,
eres la hurtadora
de mis íntimos secretos.