¡Oh cándida paloma que el vuelo equivocaba!
Oye los rojos gemidos de mi eterno amor,
oye la dulce plegaria de mi verde dolor
que el jilguero en el vergel para ti cantaba.
¡Oh flecha de cupido que el céfiro cortaba!
Oye el rasgado grito de tu cautivador,
oye este verso que del alba en el dulzor
para ti en el inmenso océano declamaba.
Vuelve al lado de tu cautivo, mi fiel amada,
no yerres más por ese universo tenebroso,
besa mi mano como cervatilla sumisa.
No me dejes solo en esta tierra desdichada.
Abandona para siempre el cielo vagaroso
y regresa a mí con tu encantadora sonrisa.
Suspiros y sueños de amor