Amargura, sin sabor, dolor y llanto, si es que la vida se va sin apreciar su valor majestuoso.
Amargo sabor, desde la desdicha incomprensible al dejar pasar dulces miradas.
Amargura imperdonable, cuando se tiene un buen hermano, o grandes amigos que se irán sin avisar.
Amargos recuerdos, quizás al mirar el retrovisor, para darse cuenta que cada anécdota pudo ser mejor.
Amarga frialdad, ausencia de afecto, dulzura, anhelos y sensibilidad, al no ser amables, como en antaño solía pasar.
Amargura por concientizar que la vida es una sola, para desperdiciarla en superficies vanas y dejar de amar.