Alfredo Daniel Lopez

Escribir por escribir XXVII

 

 

 

Daniel Ortiz Lopez - Parte I -
(\'El Negro Daniel\')
..

 

De muchacho un panadero
uniformado de blanco,
vende pan, está contento, 
se detiene en un estanco;
va ha comprar sus cigarrillos,
para ser bastante franco
fumó Daniel desde joven
en la esquina o en un banco.

 

Daniel con veintitrés años,
ya trabaja con Banchero
el hombre más poderoso
(con el ojo más certero)
que tuvo Perú en negocios;
quien pasó de ser viajero
a montar todo un imperio,
\"anchoveta oro pesquero\".

 

En ese mundo algo raro
Daniel entró a trabajar,
comenzó como chofer
para luego él escalar
uno a uno cada peldaño
y al fin el cielo tocar...
¡Era ya Jefe de Flota!
... Y \'El Negro\' empezó a brillar.

 

Antes de pisar la cumbre,
\'El Negro\' declaró amor
eterno, a su novia Gloria
y ella le cambió el color.
\'El Negro\' se puso blanco
emanando un suave olor,
olor a felicidad...
¡Gloria estaba echa un primor!

 

En la barra de la fiesta,
en el día de su boda,
Pepe y yo nos encargamos
de entregar cerveza y soda
entre los mil invitados,
haciendo un poco de poda
ya que a más de uno cazamos... 
repitiendo eso incomoda.

 

Era una noche de otoño
las estrellas y la luna
miraban con buenos ojos
(\"ella blanca él aceituna\")
una boda casi mágica,
dijo él: o Gloria o ninguna.
Así era mi tio Daniel,
todo amor, todo ternura.

 

No puedo hablar del Daniel,
sin mencionar que en su vida
mamá Graciela era todo,
madre, protectora y druida;
quien pese a los días malos
nunca se dió por vencida
y en su vida demostró
jamás sentirse perdida.

 

Solemos tener la esencia
de nuestros padres, de ella,
de mamá Graciela tuvo:
la vida, la luz, la huella
que llevamos los Lopez.
Mamá Graciela era bella
con su pelo plateado,
con su mirada de estrella.

 

Hablar del abuelo Alfredo
tiene toda su importancia,
muchos rasgos del Daniel
son en los Ortiz sustancia.
Ambos iban al hipódromo.
Ambos tenían constancia.
Ambos eran fumadores
y con mucha tolerancia.

 

No sacó los ojos verdes
que tenía el abuelito,
sacó ese arte de bailar
como Alfredo tan bonito.
Los recuerdo una mañana
pintando aquel chalecito
al que hace muy poco iría 
a comer pescado frito.

 

No todo es color de rosa
en la vida de Daniel,
a sus treinta y pocos años
su boca prueba la hiel.
- Le han encontrado un linfoma
Señor Ortiz... ¡Jo que cruel!
- Lo trataremos del cáncer...
Y él no entiende está en Babel.

 

Tiene usted el \'mal de Hodgkin\'...
y mi tío aguanta el susto,
otros -como yo- ante aquello
morirían del disgusto.
A Daniel le sobra fe,
el cáncer aun siendo infausto
en él encuentra entereza
la misma que tuvo Fausto.

 

Lo recuerdo de pequeño
viviendo en Santa Marina,
llegar a casa, estirarse,
pues el dolor lo fulmina.
Para entonces le aplicaban
la terapia que culmina
eliminando el linfona;
\'quimioterapia dañina\'.

 

Este tratamiento nuevo
entonces tan agresivo,
eso y la radioterapia
mata olivas de su olivo.
Su olivar siempre sembraba
y no nacía un motivo
que hiciera de Daniel padre,
el destino es muy esquivo.

 

Para entonces nos tenía
mi tío al Pepe y a mí,
hijos de su hermana Amalia
Daniel siempre estuvo ahí.
No era un tío sino un padre,
desde niño lo asumí
disfrutando como el Pepe
en sus brazos me dormí.

 

Así pasaron los años
más felices de mi vida,
muchas veces ajustados,
siempre la familia unida.
Ese es nuestro santo y seña,
una herencia que teñida
de amor bueno sobrevuela...
Mamá Graciela nos cuida.

 

Y llegaron los momentos
unos buenos otros malos,
a todos sobrevivimos
muchas veces dando palos.
En esta vida aprendimos
a vencer los varapalos,
a sonreir al infortunio,
a disfrutar los regalos.

 

Era un domingo y sentados
en la sala con el Picho,
ventanas de lado a lado
disfrutamos de un capricho,
el Geniograma gigante;
completarlo: ¡vaya bicho!,
nos costaba horas y mucho
esfuerzo... que quede dicho.

 

De nuestras testas sale humo
y un \'Larousse\' ya muy viejo
da respuestas que bien vale
un romántico cortejo.
Una difícil pregunta
y el Daniel como Vallejo,
que es un cráneo... la sabe,
y yo me quedo perplejo.

 

A veces música clásica,
en otras música criolla,
llenamos el crucigrama
mientras se juega a \'la polla\'.
Una tentación muy básica
trae el olor a cebolla,
de mi se apodera el hambre,
voy en busca de la olla.

 

 

( continuará )

 


Un beso y una flor
Alfredo Daniel Lopez
04 - 03 - 2020