La mirada se pierde en lejanías intangibles
como tratando de asir algún recuerdo,
más allá de los deseos queda la nada
donde la edad de los mortales se desvanece como niebla.
Ayer vi su rostro reflejado en las hojas del vergel
allende el beso fue pórtico para el abrazo tibio,
entreabiertas las sombras de la tarde
abrigadas las margaritas de tu pecho contra el mío.
Lo demás fue canto de pájaros melancólicos,
susurros de lejanas brisas lisonjeras
y promesas desesperadas
ante la discreta mirada del cambural silente.