Veo al viento pasar,
y mis huellas rompen
la lívida yema lunar,
un paso doy
a la impaciencia absurda,
volviendo crestado
con el festón de tus halagos.
Así paso las horas,
viudo de tiempo,
el tiempo que muere
en el futuro minuto.
Así, temblando como hoja
que mira caer el año.
El viento
aquel, silencio agobiante,
aquel que invoca
un silencio
entre espíritu y letra.