Ahora más que nunca necesito un cielo
donde mis ojos puedan reposar,
mas con un libro que no me conoce
ni sabe que existo, ese cielo es paz de grito.
Mi libro, saber, no sabe de mi hueso fatigado,
ni del olfato que mira lo lejos del amor.
Ni ese mar de tristezas de mi corazón,
tan estéril que no sabe que me habla.
Mi libro vaya por delante como fantasma,
que como amigo, porque le tiro piedras
y no se entera. No soy hombre de justicia,
así que mi libro es jazmín y la luna,
y lo quemo porque mi sueño no tiene lugar:
mi libro y yo estamos muertos en el olvido.
NACHO REY