Entre el orden y el desorden
hay un caos irreverente
¡qué tortura madre mía,
ser feliz sin ser demente!
Hay un orden que me dicta
la razón, no me la niegues,
y es que siga a las hormigas
y entelequias en papeles.
Así sigo manejando
pensamientos y pesebres,
alpargatas y lentejas
con algunos cascabeles,
en el orden cobran fuerza
los deseos indecentes,
las pasiones furibundas
y un desorden que enloquece,
pero todo se soporta,
¡viva el vino y los placeres!,
que eso dijo algún profeta
admirado de su suerte.
No te pierdas con el orden
a las normas sugerentes
ni tampoco en el desorden
a las almas tan rebeldes.
Ten en cuenta los mecanos
y esos niños que los tienen
que precisan de caricias
más allá de los juguetes.
Y por tanto no reproches
a las líneas tan alegres
que hoy desgranan estos versos
donde el orden está ausente
porque buscan la indulgencia
en el fondo de tus sienes,
y es que llegan carnavales
y el desorden es patente...
Rafael Sánchez Ortega ©
05/02/20