A nosotras, las de mi generación, nos enseñaron:
A limpiar, para mantener un futuro hogar aseado.
A guisar, primero, para nuestros maridos.
A coser, para hilvanar los descosidos del hombre.
A planchar, los atuendos de los hipócritas.
A justificar, las horas muertas en los bares.
A perdonar, las borracheras porque eran cosas de hombres.
A auto convencernos, de que teníamos que ser fieles.
A calmar, las heridas que provocan los miedos.
A escuchar, las penalidades de los cansados.
A espera,r frente al reloj el tiempo que pasa.
A tomar, ansiolíticos para aguantar lo inaguantable.
A ser sumisas, esclavas, criadas de las mentiras del corazón.
A ser prostitutas, señoras, enfermeras…
A nosotras, las de mi generación, NO nos enseñaron:
A ser valientes, autónomas,a amarnos a nosotras mismas.
Tuvimos que aprender a base de caídas,
heridas,dolores,insultos,golpes,descartes
a enfrentar y afrontar que era “la suerte”
-No, no era el destino, ni la fortuna…
Fuimos amansadas, domesticadas, domadas
para ser tratada como carne
de segunda calidad junto a la de” primera”.
Pero aprendimos:
que a nuestras hijas no se les cuentan cuentos de princesas.
que somos PERSONAS, con los mismos derechos y deberes.
Que humanos todos, somos iguales en esta inmensidad cósmica.
-¡Que mal nos enseñaron!
Antonia Ceada Acevedo