Señora, que yacéis silente...
en el dolido pecho de la roca inerte,
la dama más hermosa de Castilla...
zaherida por el rayo de la muerte,
aún vivís,
en mi corazón de acero...
postrada ante los labios
que la amaron,
razón...
de toda mi ventura,
herida...
por su beso enamorado.