No nos damos cuenta de que el frío nos congela,
no nos damos cuenta de que el tiempo es insaciable,
de que el tiempo te mata, y pasa fugazmente.
Querido invierno helado, tus manos están frías,
y me acaricias brusca y violentamente;
tú eres la única capaz de susurrar a los vientos,
mientras que el tiempo se congela.
Siempre hemos tenido la oportunidad de recorrer largos caminos,
de elegir el camino correcto, mientras que el tiempo nos roba,
pedazo a pedazo, nuestra salida a pasear por los campos.
Caes en un foso lleno de barro,
y tus manos están manchadas de oscuridad.
Gritas al cielo para liberarte,
pero la tierra y el agua son sordos a tus lágrimas.
Ya es tarde para cavar en la tierra,
esperando encontrar tu lágrima perdida,
pues el tiempo nos ha robado.