Segunda carta de Vanessa
DUELES
Esa extraña sensación
de satisfacer el deseo que le tengo a tu cuerpo,
y fumarme, después del orgasmo,
un cigarro de frustración;
pues te tengo a mi lado,
pero no como yo quiero,
y eso duele.
Ya he dejado pasar mucho tiempo,
ahora cada letra de tu nombre
es como un parásito que carcome mi piel,
mis tejidos, mis entrañas,
mis huesos, mi espíritu.
Ya dejaré de buscar una vida contigo
en las sábanas mojadas
de una cama que no es mía.
Ya es hora de quemarte,
y no importa
que termine quemándome un poco.
Tú sí que dueles.
Y duele aceptar que fue mi culpa,
cometí el error de presentarle
a este amor estéril
un otoño de fantasía
donde el gris predomina en mis árboles viejos;
debí dejarlo intacto en ese verano huérfano
que no conocía estaciones.
Ahora me lastima escuchar
el crujir de mis hojas secas
cuando camino hacia ti,
y ver en tus ojos un invierno que se aproxima.
Pero duele más saber
que entre tus dedos
hay una primavera perpetua que nunca adornó mi
alma.
Eso sí que duele.
He decidido entregarme
a esta maldita estación de oscuridad y frío,
sin abrigo, desnuda y descalza,
ya que todo te lo entregué.
Dicen que me hago más fuerte
si sobrevivo a este camino de espinas,
si llego hasta la otra orilla.
Y si soy más fuerte
tu nombre sería como cualquier otro nombre.
Y si soy más fuerte
seré como tú,
pues a ti
no te duele.
h.r. ales
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Gracias por leerme.