Luis Pragmah

Una cantiga en soledad

Tu espuma de belleza volverá
sobre montañas, selvas y llanadas,
dejando una cantiga en soledad
 
y al verso sin palabras.

Procuro el cáliz rojo de tu boca,
la fuente y manantial que calla gritos
cuando empapas los pánicos del hombre
con ímpetu bendito.

No vine a levantarte más altares,
tampoco a regalarte más armiños
así tus fuerzas doblen mis rodillas
creyéndome mendigo.

Las idas mariposas de tu vientre
son nimbos inocentes del nacido
que esperan en la brisa a tierra fértil
y atardecer pajizo.

A rústicas batallas me convocas,
y alejo de mi andar los raros mitos,
si desnuda disfrazas con diademas
a diablos como a cristos.

Hermana, madre, amiga y compañera,
complejo de ternura sin Edipo,
empuñas el fusil o el ramillete
ceñido cual capricho. 

Si fuera el invitado a tu aposento
a donde sólo existen altos nidos
¡Qué poco quedaría en mi pasado
después de estar contigo!

Ya te rozan las lúdicas fragancias
porque eres paz vistiendo sacrificios
y tu nombre son rostros inmigrantes
de vientos romadizos.

Si rápido besaras cada frente,
si al hambre lo aplacaras a mordiscos,
si tus manos tejieran más almenas
al inmortal olvido.

Sería tan feliz junto al abrojo, 
mi sangre ignota cambiaría a vino
y a tus altares, fiel, regresaría,
con mil rezos distintos...

Tu espuma de belleza volverá
sobre montañas, selvas y llanadas,
dejando una cantiga en soledad
 
y al verso sin palabras.​