El calendario marcaba el último lunes del mes sexto
esa mañana para Eliza no habían pretextos
la dulce poesía fue su seducción,
ya en su piel y mente yacía la tentación.
Se olvidó de su casa, el trabajo y la iglesia
tomó su bolso, tacones altos y unas medias fucsias
y en la tienda lo rellenó de antifaces, gel y preservativos
luego de dos llamadas estaban listos jugando al fugitivo.
Ahora, las palabras motel, orgía y otras, eran de su vocabulario
y de los tres ninguno debía hacer comentarios.
Ella les susurró, he perdido el miedo
caballeros, deseo; el cielo tocar con mis dedos.
Con copa en mano dijo; salud por mis cuarenta y dos.
y entre gemidos, Ellos no pausaban de rasgar sus vestido
Eliza en unas horas ya extenuada, mordía su almohada
Se dio una ducha, tomó otra copa, se despidió
y regresó a su cotidiana vida en la casa de pared sizada.
Rodolfo René ©