Yo entregué todo mi amor,
sin pensarlo, sin dudarlo,
y tú lo pagaste con dolor.
Dí los suspiros, la calma
mil noches, mil desvelos,
y tú me robaste el alma.
Entregué hasta mis huesos,
la propia carne, el Ser,
y no tengo ni tus besos.
Acuñé todo lo vivido
la alegría, la nostalgia
¿y qué me queda?, ¡sólo olvido!
Tú fuiste toda mi vida,
y me pregunto ¿qué eres?,
¡ya nada!, desde tu huida.
Ironía, si tú fueras Ella,
no te perdería.
Ironía, siempre fui suyo,
nunca fue mía.
¡Ay ironía!
SALO.