Los otoños
de destilan huecos...
entre lirios
desnudados de miseria.
Nada aparece desasido
de su lánguido brocado...
allá donde la luna escucha
y el labio duerme,
porque la tarde a veces
se nos muestra enamorada...
allá donde la alondra vuela,
y el viento vence.