FERNANDO NOVALBOS

RECODO DEL CAMINO

RECODO DEL CAMINO

 

Una noche como esta de este año irremediable,

atado a la soledad de la ventana cerrada,

sorteo los recodos de un camino polvoriento,

un parque de hierba pálida,

y un manantial de rosas

que previene el cólera de la piel ensangrentada. 

 

Me pides que duerma con la niebla madrugadora,

y escarbe en la arena empapada de la playa, 

pero el cansancio temeroso de la niebla

me lleva a la poesía, cuando tú eres poema. 

 

Cómo prevengo la realidad excitante de la tinta roja,

si mi pasado, como el tuyo, y el de tantos,

discurre por un latifundio de nieve.

 

Apago la luz, vienes con una agenda entre manos,

antes, incendio el almanaque, día a día, 

con la congruencia de la hermosura hechizada,

llegas intensa, armada de valor, sensible, a mi vientre,

dueña de una flor añeja y un pasado inoculado,

como si esperándote hubiera dormido en los laureles,

pareces herida, pero estás despierta,

envenenada por el regusto del antepasado,

hermosa, como quien va al lugar que desconoce,

una noche como esta,

reconocida por la vida del viento

que transita por el hemisferio de la vida, entera,

luminosa, como la plata que refleja tu rostro,

sin lágrimas, mucho más allá de mí, y de ti misma, 

dispuesta a amar,

abres tus alas a la música callada y,

me contagio del fuego en tu boca, me besas,

quieres recordarme que tu beso no es una veleta,

es diferente, y yo, descarrilo a la intemperie,

inmerso en el vacío demoledor de la ventana abierta,

noqueado por el sexo líquido, te siento en la belleza pura.