Y no cortaste el rumbo; y no sentenciaste.
Guardaste silencio , y entre un montón de narcisos te ocultaste.
Sí, narcisos.
Flores cubiertas de un peculiar narcicismo.
Como aquel que demuestras, creyendo que al no cortar y al no sentenciar, llevas puesta la virtud de los bienaventurados, de los samaritanos, de los ángeles enviados.
Y la verdad es que no.
La verdad es que...no es ser narcicista ser buen samaritano.
Ni un ángel enviado.
Narcicista es ver tu propio rostro reflejado en el lago,
tu rostro, el del bienaventurado sin rumbo.
Narcicismo es verte a ti mismo en el lago,
ahogándote.
Y no cortar el rumbo.
Y por una vez sentencias,
pero no al lago,
sino a ti.