alupego (Ángel L. Pérez)

UNA DUDA QUE GERMINA

UNA DUDA QUE GERMINA

 

Llega la noche a los ojos

y la aurora a la mirada,

mientras el amor aflora,

en la criatura que llora.

Van quedando los despojos,

en la noche que termina.

Al alba todo camina,

con rayos de plata y oro.

 

Tras lujosos decorados,

vive la hambruna escondida.

En la oscuridad anidando,

en maléficas fortunas.

Se quedó la risa muda,

en el interior callando,

mientras prima el espectáculo,

en ricos salones de ébano.

 

Llega la noche a los labios

y a las caricias la aurora.

La vida sigue mudando,

mientras el amor aflora.

Abiertas siguen las puertas,

para que entren los sabios,

mientras las bocas se cierran,

dando silencio a lo amado.

 

Escondido queda el Sol,

tras los sufridos tejados.

Ofreciendo el resplandor,

a quienes miran de largo.

El aura de su infinito,

vive en la sombra brillando.

Los reflejos son la aurora,

que dice adiós a los tálamos.

 

Visten de verde los campos,

de oro torres y palacios,

donde se cocina el mundo,

de preparados esclavos.

Mira orgulloso el volcán,

su boca de fuego y ácido,

amenazando a quien osa,

retarle en su propio campo.

 

La presa sigue corriendo,

huye del voraz humano.

Presto a rematar la vida,

que obvia con desparpajo.

Las alas negras se ciernen,

como negruzcos bocados.

En los alientos ardientes,

bebe la existencia a tragos.

 

Llega la noche a los ojos,

la madrugada a los labios.

Resecos quedan los sueños,

entre almohadas acolchados.

La Luna huyó de puntillas,

entre los cerros dorados.

Mientras brota la semilla,

en vientres enamorados.

 

Una pausa entre las prisas,

para seguir caminando.

Una duda que germina,

para lograr ser más sabio.

A.L.

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10/03/2020