José Luis Barrientos León

La ciudad

 

Se ha perdido mi pupila, entre la vanidad y la soberbia

Rocas inmensas como torres se muestran frente a mi

Insalvables, perversamente silentes, imperturbables

Son las rocas de la fatuidad y el orgullo, de una ciudad inhumana, despiadada y cruel

 

Hombres solos que huyen, mujeres abandonadas, niños huérfanos

Se esconden horrorizados en la oscuridad de la noche

El negror como abrigo de almas enfermas, abúlicas, sin esperanza

La ciudad está muriendo en su miedo, entre el hambre y la miseria

 

La ciudad de vitrinas vacías, sin sonrisas, sin juguetes

La ciudad de calles andrajosas, vestidas con trajes manidos

La ciudad con hedor de muerte, violenta, asesina

La ciudad perdió sus alas, ya no mira al cielo, su Dios ha partido

 

Grandes rocas se levantan, frías, insensibles

Rocas sin latidos, sin cantos ni sonidos,

Rocas mudas, sanguinarias, asesinas del hombre, de la mujer y el niño

Rocas gigantes, homicidas del río, de las flores y el  jilguero, 

 

Nadie silba en tus calles, nadie canta en las noches

Ya no juegan los niños, no se quiebran cristales

El parque está vacío, sin palomas, sin manos que las alimenten

Mi pueblo ya no existe, ahora es ciudad,

De hombres que huyen, mujeres abandonadas y niños huérfanos