Le pregunté a mis ojos,
que deseaban mirar,
me dijeron tu cuerpo desnudo,
y respondieron sin dudar.
Le pregunté a mis manos,
donde querían estar,
me contaron que sobre tu piel,
y sin dejar de acariciar.
Le pregunté a mi boca,
que elegía besar,
me habló de empezar con tus labios,
luego tu cuello y así excitando cada lugar.
Le pregunté a mi oído,
que prefería escuchar,
y me confesó que tus gemidos
son música que jamás olvidás.
Le pregunté a mi corazón,
sobre sus latidos,
y me explicó que aumentan a tu lado,
pero se multiplican cuando hago el amor contigo.
C L