Y acaso te esperaba, igual aquel día
en que la juventud brillaba cual gesto indiferente;
si encendía un cigarrillo no era nada indulgente
pero mirando a otras el tiempo se entreabría.
Mi boca se secaba de pensar en la tuya
las horas transcurrían y no cesaba el viento,
nunca supe entonces por qué en aquél momento
deje que entre celos nuestro amor se muriera.
Ya han pasado los años ¿Cómo corre la vida?
Hoy te he perdonado sin saber el motivo
¡el dolor más fiero! Es ser siempre cautivo
a una duda constante que nos abre una herida.
Te esperé entonces con encendida llama
(porque siempre fui hoguera) Y nunca se me apaga
te regalé caricias y tú sólo una daga
que se me asesta triste aunque nada reclama.
Yo que hice mi vida y tú, seguramente
pasearas mi recuerdo como un vaso vacío;
deja que llegue el tiempo como llega el Estío
y sabrás que hay esperas en el lugar de siempre.