La casita de fondo
Todo comienza en una tarde hace muchos años, nuestro amiguito Gustavo vivía en la casa de sus abuelos Juan y Mercedes, Su madre se llamaba Clara, y tenía cuatro hermanitos mas, Silvia (la mayor), Andrea, Mario y el más pequeño y llorón Juanjo.
Su madre tenía una imaginación muy grande para crear juguetes con materiales descartable, para los varones con diarios y cañas le realizaba barriletes que los remontaban con hilo de coser que sobraba de sus costuras, con latas de sardinas y un hilo piolín les hacía autos que luego circulaban por la pista de carrera que ella misma les dibujaba en la tierra, también los entretenía jugando al futbol, tomaba una par de medias viejas y mucho papel de diarios viejos y estaba lista la pelota solo falta cuatro ladrillos que hacían de arco y a jugar se dijo.
Silvia y Andrea jugaban a saltar el elástico y siempre uno de sus hermanos debía colaborar con ellas porque este es un juego de a tres y si por ahí ninguno de ellos querían, debían recurrir a una silla, también jugaban con muñecas y le pedía a hermano Gustavo que les fabricara una casita donde ellas pudieran jugar a ser grandes.
Nuestro amiguito Gustavo era todo un experto en crear casitas para que jueguen sus hermanos, utilizaba cartón, papel, cortaba cañas, utilizaba palos y todo tipo elementos que él creía necesario. Su abuelo Juan (a quien él, le llamaba Papi) un dia lo observaba muy atentamente desde lejos y se acerco para preguntarle que es lo que estaba haciendo.
-¿Qué haces Gustavito? Pregunto su abuelo Juan.
- ¡Una casita para que juegue con mis hermanos! Contesto
-¿Si quieres lo podemos hacer entre los dos? Le dijo su abuelo Juan.
A Gustavo se le ilumino los ojos porque su abuelo era de profesión albañil y construía casas gigantes casi todo el tiempo y entendía a la perfección lo que el quería hacer.
-¡Si abuelo ayúdame, hagamos una casita juntos¡ exclamo Gustavito con tanta alegría.
Entonces los dos, nieto y abuelo, se pusieron manos a la obra con la construcción de la casita para juegos, trajeron las herramientas que su abuelo ocupaba a diario, madera, serrucho, clavos, martillo, una pala, baldes, carretilla y también alambre.
Nuestro amiguito aplaudía con gran alegría cada avance, y mientras trabajaban su abuelo le contaba historia de su niñez y reían juntos de cada anécdota o de cada travesura que este hizo hace mucho tiempo. Desde lejos su abuela Mercedes intrigada los miraba, y no pudo con su curiosidad y fue a preguntar.
-¿Qué es lo que están haciendo ustedes dos? Les dijo.
_ ¡Mi papi Lidio me está ayudando a construir una casita Abuela¡. Le contesto Gustavito
_ ¡Es para que jueguen los nietos Mercedes¡ agrego su abuelo Juan.
_ ¡Vas a tener que hacerla bastante grande Juan, para que entre todos¡ Dijo la abuela preocupada, porque sabe que tienen muchos nietos y no quiere que ninguno quede afuera.
_¡No te preocupes, ya lo planeamos todos abuela ¡. La casita será no será tan grande es solo para que entren solo las niñas, nosotros los varones vamos a jugar a ser los papas y los hijos, y entraremos muy poco, porque los papas deben trabajar y los niños siempre andamos jugando en la calle, le contesto Gustavito, con una gran imaginación.
Mientras iba tomando forma la casita, en la cocina de la abuela era todo un comentario, y venían las tías a observar cómo se trabajaba, y todos se preguntaban lo mismo, ¿Cuándo la terminan?.
_ ¡Estamos trabajando, no nos molesten! Repetían a dúo, Juan y Gustavito. Hemos comenzado esta mañana temprano y creemos que a la tarde estará lista, así que recién mañana domingo podrán ingresa a jugar.
Trabajaron todo el día, solo pararon para comer, y descansaban de a ratos, la miraban de lejos surgían nuevas ideas y volvía al trabajo, solo se escuchaba golpes de martillo, el ir y venir de serrucho cortado las maderas, y la charlas y risas de los constructores.
Justo a la hora de la merienda todos los nietos se agruparon en el patio y todos miraban a su abuelo y a nuestro amiguito Gustavito, pero nadie se atrevía a preguntar cuando estaría lista o si todos ponían entrar casita. Silvia al ser la mayor de todos tomo la palabra porque no aguanto la intriga.
-¿Abuelo, cuando la terminan? ¿Todos podemos entrar a jugar? ¿Queremos saber? Además mañana vendrán de visita nuestros primos, porque todos ya saben que están construyendo una casita y la quieren ver y jugar allí.
Mientras Silvia hablaba, su abuelo Juan miraba la carita de cada uno de sus nietos, veía la ansiedad en sus ojos, fue entonces que miro a Gustavito, y sin decir nada, ambos decidieron que la casita seria de todos. Esto puso tan contentos a todos y no paraban de gritar y saltar de alegría. Y entre ellos comentaban:
-¡Yo seré la mamá, porque soy la más grande¡ Y se hará lo que yo diga, dijo Silvia con una voz fuerte y autoritaria.
-¡Yo seré la única hija, y voy a colaborar con la mama¡ Aseguraba Andrea, por lo tanto estaré a dentro de la casita.
Entre tanto Mario y Juanjo se pusieron de acuerdo y dijeron que ellos llevarían todos los juguetes que su madre les hizo. Mientras ellos seguían planeando y discutiendo los cargos que ocuparían cada uno en la casita, su abuelo Juan le hizo un seño a Gustavito y volvieron al trabajo.
Cerca de la oración, la casita estaba terminada, ambos estaban parados fuera de ella observado su trabajo, se miraron se estrecharon la mano como felicitándose, nuestro amiguito Gustavito no paraba de agradecer a su abuelo la gran ayuda que le brindo.
-¿Abuelo puedo ir corriendo a avisarles a todos que la terminamos? Pregunto Gustavito.
-¡Claro Gustavito, corre, que vengan todos! Replico el abuelo.
Esa tarde-noche, se dio cita toda la familia en el fondo de la casa de los abuelos, nadie quería dejar de apreciar la casita de juegos. Esa noche Gustavito y sus hermanos no pegaron un ojo, al costado de la cama cada uno tenía preparado el juguete que iba a llegar, y a cada ratito miraban por la ventana esperando que salga el sol para ir a jugar, nadie podía pensar en otra cosa, al final todos se quedaron dormidos cansado de esperar, salvo Gustavito que por la ventana de su dormitorio pude ver como el sol iluminaba LA CASITA DEL FONDO.
Ese domingo del año y mes que no me acuerdo, jugaron hasta el cansancio, Gustavito, sus hermanos y sus primos, mientras de lejos su abuelo Juan los observaba y pensaba para sus adentro, fue mi mejor trabajo, el que más disfrute.