Alguien llama a la puerta
se escucha su impaciencia
en los golpes que aceleran
aquella marcada secuencia.
Miro por la ventana
mis manos se cierran
los dedos se aplastan,
abandona la calma.
La figura es atacada,
sólo un estruendo escapa,
permanece, inmaculada,
cristales caen en cascada.
Sangre por mi puño gotea
mientras, la figura tararea:
“Cada día lo intentas,
sería mejor si me aceptas”
Al levantar mi cabeza
no existe la sorpresa
al ver que aquella puerta
siempre estuvo abierta.
Aquella maldita puerta.