Hubo una vez que no supe recordarte
ni a través de un espejo.
Hubo una vez que quise olvidarte,
porque tu amor no me lo merezco.
Quiero olvidar a respirar,
para poder mis ojos apagar,
quiero olvidar estar junto a ti,
para que me recuerdes y me olvides
como es debido.
Los días pasan fugazmente,
y mis lágrimas aún recorren caminos
a los que prefiero olvidar,
u otras veces recordar.
Perdí el sentido de la vida
de tanto recordar,
perdí el sentido del tiempo
de tanto recordar.
Hubo vientos que soplaban hacia el este,
mientras que yo caminaba hacia el oeste.
Hubo silencios que se callaron,
y susurros que vociferaron.
No escribo para ti,
ni escribo para mí,
sólo escribo para la tierra,
para que mis poemas estén manchadas de agua,
arrugadas por las piedras,
y escupidas por la lluvia.
Querido gran silencio,
eres mi único acompañante,
el cual me sanas la bala de mi pecho
y la hemorragia de mi garganta.
Tú eres quien me ayudó a olvidar,
aquel que me culpó por recordar.
Querido sonido ensordecedor,
¡Qué agradable sonido!,
la cual tus pupilas se llenaron de mentiras.
Hay veces que no supe recordarte,
porque mis ojos están vendados de cicatrices.
Aquella vez que no supe recordar
ni el respirar lento de mi voz,
que se fue apagando poco a poco
hasta morir.
Respira poco a poco,
sin esfuerzo alguno,
porque vida sólo es una.
No intentes cortar la cinta
que me separa de ti y de mí.
Busca otra manera de sobrevivir
de este gélido mal tiempo.
Cuenta segundos
hasta que mi
respirar se
agote,
y deje de vivir...