Antonio Encinas Carranza

Ensayo sobre los caminos

Ensayo sobre los caminos


Hay caminos cortos, caminos largos y los muy queridos caminitos que llevan un adjetivo amistoso como los caminitos de antaño, caminito escarpado y los añorados caminitos de mi pueblo y no me puedo olvidar del tango de Carlos Gardel: Caminito que decía:

- Caminito que el tiempo ha borrado, que cuando los viste pasar estaba bordeado de juncos y trébol en flor.

Hoy está cubierto de cardos y de lágrimas, se acabó la alegría.

Los caminos de la ciudad son intransitables, andan congestionados, sobre todo en las horas punta y los choferes a esas horas andan como loquitos, apenas tienen espacio  pisan el acelerador y hacer volar al vehículo, si nadie los ve, se pasan las luz roja, doblan donde no deben para seguir otro camino y sin dar la señal de voltear y muchas veces pasan por encima de los peatones.

Sin embargo los odiados son todos los caminos largos que son difíciles e inescrutables y algunos son misteriosos, tienen rumbos diferentes y nos arrastran por distintas sendas.

Las metas son lejanas  y los viajeros sempiternos. 

Hay caminos que van y otras que vienen

Hay caminos que no llevan a ningún lado.

Hay hombres que no saben cuál es su camino.

Hay senderos que son estrechos por donde caminan los hombres sigilosos.

Hay caminos cortos y de difícil andar.

Hay caminos largos que no llevan a ninguna parte.

Hay caminos que antes de llegar se bifurcan y los destinos se desorientan y se confunden

 

Siempre van y vienen, van sin rumbo fijo, llegan sin detenerse y parten sin apurarse.

Porque  ellos siempre quieren tomar la iniciativa y no dejan otra alternativa.

 

Los caminos son incongruentes

Y mi mente se preguntaba

- ¿Hacia dónde van los caminos? …

-  ¿y de donde vienes?


Pero también son convergentes
y ellos también se preguntaban

- ¿y de dónde vienen los hombres?

- ¿Y hacía donde van?

 

Un día encontré un camino y después de dialogar con el me invitó a recorrerlo y después de andar juntos metro a metro, kilómetro a kilómetro, al final decidimos separarnos.
Después me di cuenta y deje de contar, me di cuenta que viajamos con la misma convicción y al llegar al punto de equilibrio y de emoción, olvidando el rumbo
  retornamos con la convicción de que todo era una ilusión, de que quizás un volver no sea un retornar.

De olvidar la senda del retorno y para proteger nuestra razón protestamos sin cambiar el derrotero.

Para terminar tengo que decir que todos los caminos conducen a Roma, construido en gran parte por las tropas del general Julio Cesar y en América son famosos los Caminos del Inca que recorrieron casi todo América del sur.

Algunas veces viajamos al monte por los senderos de la mente que nos llevan a cualquier parte y retornamos sin volver del viaje, mentalmente nos quedamos enganchados, buscando las ausencias bajo las sombras, quebrando las esperanzas, arrancando sus raíces, abandonando sus amores, mientras los vientos de los caminos gritan su desconcierto, mientras que los caminos en su indiscreción abandonan los rumbos reflexivos y las señales discrepantes.

Machado decía que no hay caminos, que se hacen caminos al andar.

O sea que dependiendo de ha donde quieras ir, tú haces los caminos, siempre y cuando no sea en el mar

Los peregrinos recorren siempre el mismo camino y los migrantes no conocen el camino pero igual lo siguen esperanzados de encontrar un buen destino.

No me olvido de los caminos de la vida, que cantaba Vicentico porque no es como el creía y son muy difíciles de andar, por eso lo dejé para el último porque no se encuentra la salida.
Solo al final del trayecto
nacen los nuevos proyectos y aquellos que se han de seguir servirán para contemplar como caen las viejas murallas que cubrían el periplo de la nueva senda, que impedían ver y gozar de los paisajes naturales y que nos ha de llevar a encontrar la felicidad.

Los caminos siempre vagan por los senderos de la muerte, rompiendo la voluntad de los días, obligados por la resistencia de la trayectoria.

Por último hay caminos que son llamados senderos y algunos son muy peligrosos, debiendo tener cuidado en no pisarlos como Sendero Luminoso el camino beligerante que llenó de sangre al Perú, felizmente que cortaron ese sendero que terminó en una cárcel de alta seguridad.

No olvidar que siempre hay que elegir entre los caminos del bien y del mal; por lo que mejor hay que seguir el sendero de la paz y el amor, es más tranquilo y seguro.

Hasta aquí llegó nuestro camino, espero volver a recorrerlo algún día.

Antonio Encinas Carranza