Maldito el hombre que espera la tragedia
para tomar prevención alguna.
¡Maldito el hombre que da su tiempo recibido,
cuando él ya lo ha perdido!
¡Vil aquella persona!
Que sobreestima su estancia en este planeta,
sin tener conocimiento de lo emífero y
de lo sagaz que es la desgracia.
¡Maldito el hombre, la mujer,
cualquier criatura en la faz de la tierra!
Que espera el último respiro para recién apreciar
a algún ser querido.
¡Maldito yo!
Que pertenezco a esa clase de hombre
lleno de placeres, comodidades, desasosiego,
intempestades, aversiones.
Enfocándome en lo que mi horizonte respecta,
no asistan a nadie para que hagan caso omiso a mi nombre.