Me senté ante el sepulcro tierno,
vi el desorden plasmado
en el tránsito de un alma que se va.
Vine con ebúrneas flores y un adiós
con estrofas
de una oración doliente
nacida de la ausencia
Un largo rato he suspirado una fuga
como un labrado prisionero
que ha urdido en sus sombras
una ilusión viajera
En el silencio se van deshojando ensueños
plasmados en sangre de un ayer
con infinito azul
y hoy al bajar para siempre
son fermentos redentores
de una sed imposible
cargada en una cruz
Y si hay dolor
y mucha espina clavado en este corazón,
también hay
un mar rojo en que arde mucho
el recuerdo dulce de un amor.