Viví al límite,
con la duda que calla, porque no sabe,
y a tu paradigma contemplé,
para poder devolver, a mi subconsciente la fe...
Y me arrodillé,
sobre el suelo caliente,
en virtud de la Luz de tu gran poder,
por sentirme culpable...
Y así me mortifiqué,
con recogimiento, en éxtasis la mente,
y con ruego ferviente,
pude rezarte, con mi alma doliente...
Ya que me pende,
el pecado que tengo, de no reconocerte,
y deseo de nuevo hallarte,
Eterno Padre que al mundo creaste..