Un estruendoso rumor ascendió
al cielo,
todo el vapor subía a inundar
las nubes,
una incandescente chispa azul
de algún pararrayos
golpeaba el cenit;
aullaban los ángeles de horror
era un diluvio terrenal,
desde acá había querido este planeta
castigar a la culpable legión angelical
por tanto olvido...;
tan solo Dios se salvó,
pues era el único
a los ojos de los hombres
merecedor de quedar vivo.
Bolívar Delgado Arce